Cómo levantar un vivero comunitario con recursos mínimos
April 27, 2025, Agricultura Noticias

Un vivero es más que plantas: es autonomía
En muchas comunidades, comprar plantas, árboles frutales o especies nativas es caro o simplemente no hay dónde conseguirlos. Pero ¿y si en lugar de esperar a que alguien más las traiga, la comunidad las produce? Un vivero comunitario no necesita millones ni tecnología de punta. Solo hace falta organización, voluntad y saber aprovechar lo que ya se tiene.
¿Qué es un vivero comunitario?
Es un espacio colectivo donde se producen plantas, ya sea para reforestar, sembrar frutales, crear jardines comestibles o vender. Lo importante es que no depende de una sola persona, sino que es trabajo en equipo. Puede estar en una escuela, una parcela, una esquina de la plaza o incluso en el patio de alguien que preste el espacio.
¿Qué se necesita para empezar?
1. Espacio con sombra parcial
No tiene que ser grande. Basta con unos cuantos metros cuadrados con acceso a agua. Puede protegerse con malla, costales, lámina reciclada o cañas. Lo ideal es que reciba luz filtrada, no sol directo todo el día.
2. Recipientes para germinar
Se pueden usar:
- Envases de yogurt, botellas cortadas, cartones de huevo, bolsas de leche.
- Charolas de unicel o cajas plásticas recicladas.
- Macetas viejas, ollas rotas o lo que se tenga a la mano.
3. Tierra fértil y composta
Una buena mezcla básica puede ser:
- 1 parte de tierra negra o de monte.
- 1 parte de composta (hecha con restos de comida, estiércol, hojas).
- 1 parte de arena o aserrín para mejorar drenaje.
4. Semillas locales o rescatadas
En vez de comprarlas, se pueden recolectar de frutas de la zona, intercambiar con vecinos o pedir donaciones a instituciones. También se pueden germinar esquejes o estacas de plantas ya establecidas.
Organización del trabajo
El vivero no es tarea de una sola persona. Puede dividirse en:
- Encargados de riego.
- Encargados de trasplante.
- Responsables de recolección de materiales.
- Difusión o vinculación con escuelas, ejido, municipio, etc.
Hacer bitácoras, llevar listas y programar días de trabajo comunitario ayuda a que no se pierda el ritmo.
¿Qué tipo de plantas conviene producir?
– Árboles frutales locales (guayaba, ciruelo, níspero, limón, etc.)
– Plantas medicinales (ruda, albahaca, árnica, sábila).
– Hortalizas (jitomate, chile, acelga, lechuga).
– Plantas nativas para reforestación (encino, mezquite, huizache, etc.)
Ejemplo real:
En Chiapas, una primaria rural organizó un vivero con ayuda de los padres de familia. En botellas recicladas produjeron más de 300 plantas en un año: guayabos, árboles nativos y hierbas. Las usaron para reforestar, regalar en eventos y hacer un pequeño tianguis escolar.
¿Se puede vender lo producido?
¡Claro! El vivero puede ser fuente de ingresos para el grupo si se organizan bien. Vender plantas a escuelas, vecinos o en ferias locales ayuda a sostener el proyecto y reconocer el trabajo de quienes lo hacen posible. Lo importante es que los ingresos se reinviertan o repartan con justicia.
Apoyo institucional
Dependencias como la CONAFOR, SEMARNAT, SADER o incluso universidades rurales suelen apoyar con capacitación, semillas o materiales. También hay colectivos y ONGs que impulsan viveros comunitarios y pueden acompañar el proceso.
Beneficios de un vivero colectivo
- Reduce la dependencia de viveros comerciales.
- Rescata saberes locales de siembra y reproducción.
- Fomenta el trabajo en equipo y el aprendizaje práctico.
- Fortalece la economía local y la identidad campesina.
Sembrar juntos es resistir
Un vivero comunitario no es solo un montón de macetas: es una herramienta de autonomía. Es la posibilidad de cuidar el territorio, de enseñar a las nuevas generaciones y de responder con acción a la crisis ambiental y económica. Con poco se puede hacer mucho, si se hace con voluntad y en colectivo.
De semilla en semilla, se construye el futuro
Hoy más que nunca, recuperar el control de lo que sembramos es un acto de dignidad. Y un vivero es el primer paso para que una comunidad vuelva a tener en sus manos el ciclo completo: sembrar, cuidar, cosechar y volver a empezar. Porque el cambio no siempre viene de arriba… muchas veces, empieza en una botellita con tierra.
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