El pastoreo como resistencia: por qué sigue siendo clave en zonas áridas mexicanas
May 25, 2025, Ganaderia Noticias

El pastoreo como resistencia: por qué sigue siendo clave en zonas áridas mexicanas
En muchas partes del norte y centro de México, el pastoreo no es solo una forma de criar ganado. Es una forma de vivir. En zonas áridas donde la agricultura apenas sobrevive, mover el hato es una estrategia milenaria para aprovechar el paisaje y sostener comunidades. Mientras otros modelos agropecuarios se colapsan con la sequía, el pastoreo tradicional —bien manejado— sigue resistiendo. Y no solo resiste: en muchos casos, es la única opción viable para mantener la producción ganadera sin destruir el ecosistema.
¿Qué es el pastoreo tradicional?
Se trata del manejo del ganado en movimiento: rebaños que se trasladan buscando pastura, sombra y agua. Puede hacerse a pie, a caballo o con vehículos. En algunos casos, se trata de trashumancia —movimiento estacional a zonas más altas o bajas—; en otros, es rotación diaria dentro del mismo predio.
No es ganadería intensiva, no usa alimento balanceado ni encierro. Es ganadería de paisaje, de monte, de sabiduría acumulada. Y aunque muchos la ven como “anticuada”, hoy se está volviendo cada vez más necesaria.
¿Por qué sigue siendo clave en zonas áridas?
1. Porque aprovecha recursos dispersos
En lugares donde la lluvia es escasa y el forraje no crece parejo, el pastoreo permite seguir produciendo sin sobreexplotar un solo punto. El hato se mueve, da tiempo a que el pasto rebrote, y reduce la presión sobre el suelo.
2. Porque no requiere insumos industriales
Sin necesidad de silo, alimento procesado o suplementos costosos, el pastoreo reduce costos. Eso es clave cuando el dinero no alcanza y las distancias lo encarecen todo.
3. Porque mantiene viva una cultura
Vaqueros, pastores, mujeres arrieras, jóvenes trashumantes. El pastoreo es también una identidad. Tiene su lenguaje, su técnica, su ritmo. Abandonarlo sería perder más que una práctica productiva: sería perder comunidad.
4. Porque ayuda a conservar el suelo
Bien manejado, el pastoreo controla la vegetación, reduce incendios, dispersa semillas y mantiene la cobertura vegetal. No degrada, regenera.
Los retos que enfrenta
Sin embargo, el pastoreo tradicional está bajo presión. Por un lado, las políticas públicas han favorecido modelos intensivos, con establos, encierros y paquetes tecnológicos. Por otro, la propiedad fragmentada del suelo impide mover rebaños con libertad. Y finalmente, la migración ha dejado muchos rebaños sin quien los pastoree.
Además, el cambio climático ha vuelto más duro el paisaje: menos lluvia, más calor, más escasez. Y sin infraestructura mínima (bebederos, cercos, refugios), muchos abandonan el modelo. El problema no es el pastoreo en sí, sino el abandono institucional que ha sufrido.
Ejemplos de resistencia ganadera
- En el semidesierto de Zacatecas: comunidades ejidales aún manejan cabras y ovejas con rotación de potreros en cerros comunales.
- En la Mixteca poblana: rebaños trashumantes de bovinos se mueven entre barrancas según la estación.
- En el Altiplano potosino: pequeños ganaderos practican el “pastoreo al atajo”, que combina tradición y rutas fijas para recuperación de suelo.
En todos los casos, el conocimiento local ha sido la clave. Conocen el monte, las rutas, las plantas buenas y las malas, el momento de mover y el momento de esperar. Esa es la ciencia del pastoreo, y está viva.
¿Cómo puede fortalecerse esta práctica?
1. Reconocerlo oficialmente: que los programas federales e instituciones de desarrollo rural incluyan al pastoreo como sistema válido, no rezagado.
2. Financiar infraestructura básica: cercos móviles, bebederos, almacenes de agua de lluvia, refugios de sombra.
3. Capacitación agroecológica: programas de manejo regenerativo de pastizales que incluyan a los productores con su experiencia real.
4. Ordenamiento territorial flexible: permitir el uso rotativo de tierras comunales o ejidales mediante acuerdos internos.
5. Vincular al mercado: etiquetar productos ganaderos criados con pastoreo como sustentables, naturales o comunitarios, para mejorar su precio.
Cuando moverse es cuidar
El pastoreo no es andar a lo loco. Es saber leer el paisaje, sentir la tierra, cuidar al animal sin encierros. Es una forma de respetar el ritmo natural. Y hoy, con la crisis climática encima, quizá sea una de las pocas estrategias que aún permiten producir sin destruir.
No todo se resuelve con establos. A veces, lo que sostiene al campo son las botas del pastor, la mirada del arriero, la paciencia del que camina lento, pero sabe a dónde va.
En el México rural, el pastoreo sigue vivo. Y mientras haya alguien que sepa guiar al rebaño, habrá una posibilidad de que el campo también encuentre su camino.
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