Frenar el intermediarismo: cómo recuperar el control del precio en el campo mexicano
May 22, 2025, Agricultura Noticias

Frenar el intermediarismo: cómo recuperar el control del precio en el campo mexicano
En el campo mexicano, sembrar cuesta, cosechar cuesta, transportar cuesta… pero quien más gana casi nunca es el productor. Año tras año, campesinos y ganaderos ven cómo el precio de sus productos se define lejos de ellos, en oficinas de acopiadores, centrales de abasto o mesas de intermediarios que ni pisan la parcela. El famoso “coyote” sigue vivo, con nuevos nombres, pero con el mismo efecto: se queda con la tajada más grande.
Mientras un productor vende el kilo de tomate en $3, el consumidor lo paga en $20. El maíz que se paga en $5 en la parcela, se revende como tortilla a $18 el kilo. Lo mismo ocurre con leche, chile, carne, huevo, aguacate. La cadena está rota. Y recuperar el control del precio es una necesidad urgente si se quiere que el campo siga siendo rentable.
¿Por qué hay tantos intermediarios?
El sistema está hecho así. El productor casi nunca tiene acceso directo al consumidor final. La falta de transporte, refrigeración, empaque, permisos sanitarios o canales de venta obliga a vender en la parcela, a la carrera, al mejor postor. Y ahí aparecen los intermediarios: compran barato, pagan al momento, no exigen factura, y se llevan el producto sin que el campesino tenga que mover un dedo más. Pero ese “favor” cuesta caro.
Hay lugares donde entre el productor y el mercado final hay hasta 4 o 5 intermediarios. Cada uno gana, cada uno infla, y el productor queda atrapado en un sistema que lo mantiene pobre por diseño.
Las consecuencias del intermediarismo
- Precios injustos: el productor no puede negociar, acepta lo que le ofrecen porque no tiene opción.
- Incertidumbre constante: cada cosecha es una apuesta, sin saber cuánto se pagará realmente.
- Pérdida de valor agregado: el producto cambia de manos, se empaca, se etiqueta, se revende… pero el valor nunca regresa al origen.
- Dependencia crónica: muchos productores no siembran pensando en su consumidor, sino en lo que el coyote les va a aceptar.
¿Es posible romper con este modelo?
La respuesta es sí, pero no es fácil. Requiere organización, inversión, visión a largo plazo y voluntad política. Algunos productores ya lo están haciendo. Otros están en camino. Y todos tienen algo en común: entendieron que solos no pueden, pero juntos sí.
1. Formar cooperativas reales, no solo en papel
Una cooperativa bien organizada permite negociar volumen, fijar precios justos, vender directamente a supermercados, exportar e incluso transformar el producto. Pero tiene que ser legal, transparente y con estructura interna. No basta con ponerle “cooperativa” al nombre: se necesita gestión, reglas claras, asambleas y rendición de cuentas.
Ejemplos hay: productores de leche en Jalisco que venden a precio justo; cafetaleros en Chiapas que exportan directo a Europa; aguacateros que instalaron su propia empacadora. No empezaron grandes, empezaron decididos.
2. Invertir en transformación y empaque
Un chile seco, una mermelada, una tortilla, un queso… valen más que el producto crudo. Pero para eso se necesita mínimo una infraestructura básica. Algunos productores han logrado establecer cocinas rurales, molinos, microplantas o carnicerías locales donde se vende el producto con valor agregado. Con eso, el margen ya no se lo lleva el intermediario, se queda en la comunidad.
3. Usar canales digitales
La venta directa por WhatsApp, Facebook, Instagram o tiendas en línea ha abierto nuevas posibilidades. Existen apps y plataformas para conectar a productores con consumidores urbanos sin tantos intermediarios. No lo resuelve todo, pero es una alternativa más para ciertos productos.
4. Exigir precios de garantía justos (y que se paguen a tiempo)
Los precios de garantía pueden ser una herramienta útil cuando se aplican correctamente. Pero si no se actualizan con los costos reales, o si el pago tarda meses, se vuelven irrelevantes. El productor necesita certeza. Y el gobierno debe cumplir sus propias reglas.
5. Fortalecer tianguis y mercados locales
Muchos productores están recuperando el tianguis como espacio de venta directa. No es solo nostalgia: es economía real. Vender sin intermediarios mejora el ingreso y genera confianza. Pero se necesita apoyo en logística, permisos y difusión.
¿Y el gobierno?
Hasta ahora, los programas oficiales siguen enfocados en repartir fertilizantes, maquinaria o apoyos individuales. Pero si no se cambia el modelo de comercialización, todo eso se queda corto. Hace falta una política pública seria para que el productor tenga control sobre su producto: centros de acopio bien gestionados, créditos accesibles para transformación, transporte rural eficiente, y canales de venta directa institucionalizados.
Sin eso, el coyote seguirá vivo, aunque lo maquillen de “agregador logístico” o “gestor comercial”.
El campo no necesita lástima, necesita justicia
La solución no está en regalar apoyos, sino en construir un sistema donde el que produce también gane. Porque mientras el tomate viaje más que el productor, el sistema está mal. Mientras el que arriesga todo cobre lo mínimo, el campo se seguirá vaciando.
Recuperar el control del precio es recuperar la dignidad. Y eso no se logra con discursos, se logra con organización, estructura y decisión. El día que el productor fije su precio, ese día empezará el verdadero cambio en el campo mexicano.
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