¿Producción para el Bienestar o producción para la esperanza perdida?
December 23, 2024, Agricultura Noticias Opinión
Por: Patricia Rivera Martínez
Analista en política agraria y desarrollo rural
La reciente noticia sobre el pago pendiente del programa Producción para el Bienestar puede parecer un alivio para miles de productores, pero también es una oportunidad para reflexionar sobre las verdaderas implicaciones de este anuncio. Si bien es positivo que el Gobierno de México cumpla con sus compromisos presupuestarios, ¿es esto suficiente para impulsar un cambio sostenible en el campo mexicano?
Cumplir tarde: un reflejo de prioridades
La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural anunció que, a partir del 24 de diciembre, se dispersarán mil 482 millones de pesos pendientes del ejercicio fiscal 2024. Este monto representa el 9% del presupuesto destinado al programa y beneficiará a más de 176 mil productores en diversas entidades del país.
Si bien la noticia puede interpretarse como un triunfo para los productores que han esperado meses por este apoyo, el retraso evidencia una falta de planificación eficiente. ¿Por qué hasta finales de diciembre? ¿Qué sucede con las necesidades inmediatas de los agricultores durante el año, particularmente en un país donde las sequías, las heladas y otros factores climáticos afectan gravemente la producción?
El dilema de la dependencia
El programa Producción para el Bienestar ha sido promovido como una herramienta para apoyar directamente a los pequeños y medianos productores sin intermediarios. Sin embargo, este modelo plantea un desafío mayor: ¿cómo podemos garantizar que estos apoyos no perpetúen la dependencia, sino que fomenten la autosuficiencia?
Un subsidio es, sin duda, un paliativo necesario en muchos casos. Pero, a largo plazo, el campo mexicano necesita algo más que transferencias económicas: necesita acceso a tecnologías modernas, infraestructura adecuada, cadenas de comercialización sólidas y, sobre todo, políticas públicas que privilegien la sostenibilidad y la competitividad.
Las cifras detrás de los discursos
El desglose del presupuesto muestra una distribución focalizada en estados como Chihuahua, Sinaloa y Nayarit, pero es evidente que las cantidades destinadas no resuelven las problemáticas estructurales del campo.
Por ejemplo, Chihuahua recibirá más de 460 millones de pesos, mientras que Sonora apenas recibirá 48 millones. Esto plantea la pregunta: ¿cómo se definen las prioridades y criterios de asignación? Si bien la cantidad de beneficiarios puede influir, no se puede ignorar que algunas regiones enfrentan desafíos más apremiantes.
Una política agraria que no da frutos
La mayor preocupación radica en la ausencia de una estrategia integral que complemente estos apoyos. Las palabras del secretario de Agricultura, Julio Berdegué, durante su anuncio, resaltaron la importancia del programa, pero no abordaron cómo garantizar que estos recursos realmente fortalezcan la producción nacional.
“El campo no necesita solo dinero, necesita visión. Una visión que abarque desde la semilla hasta la mesa”, diría cualquier agricultor que enfrenta diariamente la volatilidad de los precios, los desafíos del cambio climático y las limitaciones de infraestructura.
El riesgo de la desinformación
La Secretaría también hizo un llamado para evitar el uso de intermediarios, reiterando que el programa es gratuito. Sin embargo, esto subraya otro problema: la persistente desinformación en las comunidades rurales. ¿Cuánto se ha invertido en campañas educativas para que los productores conozcan sus derechos y procesos?
Más allá de los pagos pendientes
El anuncio de este pago llega en un momento crítico para la política agraria en México. Más allá del cumplimiento de un compromiso presupuestario, se necesita un replanteamiento de las estrategias gubernamentales para el campo.
El programa Producción para el Bienestar debe evolucionar de ser un esquema de transferencias directas a un modelo de desarrollo integral que no solo alivie la pobreza rural, sino que empodere a los productores para competir en un mercado globalizado.
Porque el verdadero bienestar en el campo no llegará con un pago atrasado en diciembre, sino con una política que siembre las bases de un futuro sostenible y próspero para todos los agricultores mexicanos.
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