Rehabilitación de suelos erosionados: prácticas efectivas en el campo mexicano

April 17, 2025, Agricultura Noticias

Cuando la tierra ya no da

Muchos productores lo notan a simple vista: la tierra ya no es la misma. Se ve más dura, más seca, menos fértil. Las lluvias ya no penetran igual, los cultivos rinden menos y los escurrimientos son más agresivos. Es el resultado de años de erosión, de uso intensivo sin descanso, de quemas mal manejadas y de prácticas que agotan el suelo sin devolverle nada. ¿Se puede recuperar esa tierra? La respuesta es sí, pero hay que meterle cabeza y manos.

¿Qué es realmente la erosión del suelo?

Es el desgaste y pérdida de la capa fértil, que es justo donde se concentran los nutrientes. Puede ser por viento, agua, pisoteo excesivo, maquinaria mal utilizada o simplemente por abandono. En México, millones de hectáreas están en distintos niveles de erosión, muchas de ellas en zonas agrícolas y ganaderas clave.

¿Por dónde empezar la rehabilitación?

No hay fórmula mágica, pero sí pasos concretos. Lo primero es observar el terreno: ¿se forman surcos cuando llueve? ¿Hay zonas pelonas sin vegetación? ¿El agua se escurre en lugar de filtrarse? Con eso claro, se puede decidir qué prácticas aplicar. Lo ideal es combinar varias, poco a poco.

1. Cobertura vegetal

Plantar pastos resistentes, leguminosas de cobertura o incluso dejar rastrojo del cultivo anterior ayuda a proteger el suelo del sol y del viento. También mejora la infiltración del agua y evita que la tierra se “lave”. En zonas ganaderas, rotar el pastoreo también permite que la vegetación se recupere.

2. Barreras físicas

Colocar cercas vivas, piedras, troncos o zanjas de infiltración en pendientes ayuda a frenar el escurrimiento del agua y reduce la pérdida de tierra. Estas técnicas pueden hacerse con materiales del mismo terreno y con apoyo de la comunidad.

3. Incorporación de materia orgánica

Compostas, estiércol bien manejado o abonos verdes devuelven nutrientes al suelo. No solo lo alimentan, también mejoran su estructura, retienen humedad y reactivan la vida microbiana, que es clave para la fertilidad.

El papel del productor: paciencia y constancia

Recuperar un suelo no es cosa de una temporada. Requiere compromiso, observación y continuidad. Lo importante es no esperar hasta que la tierra ya no sirva para actuar. Con pequeños cambios sostenidos se puede recuperar mucho más de lo que se cree.

Apoyos y asesoría

Dependencias como la Secretaría de Agricultura o la CONAFOR han lanzado en distintos momentos programas de conservación de suelo. También hay universidades y centros de investigación que ofrecen talleres o acompañamiento técnico. Vale la pena preguntar en las delegaciones locales o incluso acercarse a colectivos campesinos que ya estén aplicando estas prácticas.

Ejemplo real: tierra viva otra vez

En zonas del Bajío y Oaxaca, productores que hace cinco años no lograban ni maíz para el autoconsumo, hoy tienen suelos fértiles gracias al uso de barreras, rotación de cultivos y abono orgánico. No se trata de tecnología cara, sino de regresar al conocimiento práctico, adaptado al clima y a las condiciones del terreno.

La tierra responde si la cuidas

El suelo no es una alfombra que se barre y ya. Es un organismo vivo que necesita descanso, nutrición y protección. Si se le da lo necesario, responde. Porque al final del día, el suelo sano no solo es producción: es seguridad alimentaria, es futuro y es respeto por lo que nos sostiene.

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