Tierras ejidales improductivas: el problema de la fragmentación agraria

May 29, 2025, Agricultura Noticias

Tierras ejidales improductivas: el problema de la fragmentación agraria

En México existen más de 30 mil núcleos agrarios, la mayoría en régimen ejidal. Millones de hectáreas están bajo este modelo, que nació con la Revolución y que durante décadas alimentó a buena parte del país. Sin embargo, muchas de esas tierras hoy están abandonadas, divididas en parcelas pequeñas e improductivas. La fragmentación agraria no solo impide sembrar: está matando el potencial agrícola de comunidades enteras.

¿Qué es la fragmentación agraria?

Es cuando la propiedad de la tierra —o su uso— se divide tanto que ya no es viable producir en ella. En el caso de los ejidos, esto pasa cuando una parcela original se divide entre hijos, nietos o herederos, al grado que cada quien tiene un pedazo pequeño, mal ubicado, sin acceso ni inversión. A eso se suma la falta de coordinación entre ejidatarios y la ausencia de un modelo colectivo funcional.

El resultado: tierras que existen en papel, pero no producen nada.

¿Por qué hay tanta tierra sin sembrar?

  • División familiar sin planeación: las tierras se heredan, pero no se organizan. Cada heredero quiere su parte, aunque no pueda trabajarla.
  • Abandono generacional: los jóvenes se fueron a la ciudad y ya no regresan. La tierra queda en manos de adultos mayores que ya no siembran.
  • Falta de inversión: sin créditos ni apoyos reales, los ejidatarios no tienen cómo equiparse para sembrar.
  • Conflictos internos: peleas por linderos, caminos o derechos de agua que impiden cualquier producción.

En muchas regiones, el paisaje ejidal es el mismo: tierra parcelada, cercas oxidadas, cultivos mínimos y largos periodos de abandono.

El impacto económico de la tierra sin uso

Cuando una parcela no se siembra, no hay ingreso, no hay empleo local y se rompe el ciclo económico de la comunidad. El comercio baja, los insumos no se mueven, los jóvenes migran. Incluso los gobiernos locales pierden recaudación por falta de actividad productiva.

Además, se desperdician recursos naturales: agua, suelo, clima. Muchos ejidos están en zonas fértiles que podrían producir maíz, frijol, hortalizas o incluso cultivos de exportación, pero nadie los trabaja.

¿Y los programas del gobierno?

Programas como “Sembrando Vida” o apoyos de la SADER han intentado reactivar el campo, pero con resultados mixtos. En muchos casos, los apoyos se reparten sin estrategia: llegan a quien no produce, no hay seguimiento técnico o se usan para cubrir necesidades inmediatas en lugar de invertir en la tierra.

Además, las reglas de operación suelen ser engorrosas, los recursos tardan en llegar, y no hay coordinación con los comisariados ejidales para hacerlos realmente funcionales.

¿Se puede revertir la fragmentación?

Sí, pero requiere voluntad colectiva y reglas claras. Algunas opciones que ya se han aplicado con éxito en ciertos ejidos son:

1. Parcelas en común

Un grupo de ejidatarios acuerda juntar sus parcelas y sembrar colectivamente. Se reparten utilidades según la aportación y el trabajo. Esto permite acceder a maquinaria, vender en volumen y ahorrar costos.

2. Arrendamiento legal

Quien no puede sembrar, puede rentar su tierra a quien sí. Pero debe hacerse con contrato y reglas internas del ejido para evitar abusos. Muchos ejidatarios ni siquiera saben que pueden arrendar formalmente.

3. Proyectos productivos conjuntos

Hacer invernaderos, huertos comunitarios, ganadería o agroindustria con participación organizada del núcleo agrario. El éxito depende del liderazgo y del acompañamiento técnico.

El papel del comisariado ejidal

En teoría, el comisariado debe organizar, proponer y mediar. Pero en la práctica, muchos están rebasados o sin interés real. Algunos solo gestionan papeles o reparten apoyos. Sin liderazgo fuerte, ningún modelo colectivo avanza.

Por eso es clave que los propios ejidatarios elijan autoridades comprometidas con la producción, no con el control político o el reparto de favores.

Sin tierra útil, no hay futuro rural

La tierra sigue ahí. Visible en mapas, en planos, en registros del RAN. Pero si no se usa, si no se produce, es como si no existiera. La fragmentación agraria está dejando a México con millones de hectáreas simbólicas, pero improductivas. Y si no se actúa, ese abandono será irreversible.

El reto no es fácil, pero es urgente: recuperar el uso colectivo, planificar la herencia agraria, profesionalizar la producción. Porque el campo mexicano no necesita más programas, necesita organización real y tierra que sirva para algo más que figurar en el acta de sucesión.

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