Tierras ejidales improductivas: el problema de la fragmentación agraria

June 4, 2025, Agricultura Noticias

Tierras ejidales improductivas: el problema de la fragmentación agraria

Uno de los desafíos más profundos del campo mexicano no está en los fertilizantes ni en la comercialización: está en la estructura misma de la tierra. En México, más del 50% del territorio nacional es propiedad social, en forma de ejidos y comunidades agrarias. Aunque estos esquemas fueron clave para la justicia agraria del siglo XX, hoy enfrentan un problema silencioso: la fragmentación extrema y la creciente improductividad.

Parcelas pequeñas, dispersas, sin inversión ni aprovechamiento adecuado son cada vez más comunes. Miles de hectáreas están en el abandono, no porque falte tierra, sino porque sobran trabas legales, falta organización y no hay incentivos reales para trabajarla. El resultado es un campo con tierra sin cultivo, jóvenes sin oportunidades y comunidades estancadas.

¿Qué significa la fragmentación agraria?

La fragmentación agraria es el proceso mediante el cual las parcelas se dividen en superficies cada vez más pequeñas, producto de la herencia entre familiares, la venta informal o el reparto tradicional. Con el paso del tiempo, un terreno de 10 hectáreas puede convertirse en cinco terrenos de 2 hectáreas, muchas veces no colindantes, sin infraestructura y con múltiples dueños.

Esto complica cualquier intento de producción a escala, mecanización, acceso a créditos o programas gubernamentales. La tierra se vuelve jurídicamente complicada y económicamente inviable.

Radiografía del ejido en el siglo XXI

Según datos del Registro Agrario Nacional (RAN):

  • Existen más de 29 mil núcleos agrarios en México.
  • Más de 5 millones de personas tienen derechos sobre la tierra ejidal.
  • La mayoría de las parcelas miden entre 1 y 5 hectáreas.

Muchas de estas tierras no están en producción activa, y otras se usan solo para autoconsumo. Sin acceso a financiamiento, sin certeza jurídica total y sin proyectos colectivos, el ejido ha quedado atrapado entre el pasado revolucionario y el presente neoliberal.

Consecuencias de la improductividad

La falta de aprovechamiento de tierras ejidales tiene efectos múltiples:

  • Abandono del campo: los jóvenes no heredan ni trabajan parcelas que no les dan ingresos.
  • Inseguridad alimentaria: disminuye la producción local de granos y hortalizas.
  • Uso inadecuado del suelo: proliferan los lotes baldíos, quemas descontroladas o uso ganadero extensivo sin manejo.
  • Problemas legales: surgen conflictos por derechos parcelarios no regularizados.

Además, muchas tierras quedan como “patrimonio estancado”, sin generar valor ni movilidad económica para las familias ejidatarias.

¿Por qué no se cultivan estas tierras?

Las razones son múltiples, pero entre las más frecuentes están:

  • Parcelas demasiado pequeñas para ser rentables.
  • Falta de agua, maquinaria o insumos.
  • Ausencia de mercados cercanos para la venta.
  • Conflictos familiares por herencia.
  • Migración del titular a zonas urbanas.

En muchos casos, la tierra sigue a nombre del abuelo o padre, pero nadie quiere invertir tiempo ni dinero en regularizarla, mucho menos en cultivarla sin garantías de retorno.

El marco legal: avances y límites

Desde la reforma al artículo 27 en 1992, los ejidatarios pueden obtener títulos parcelarios e incluso cambiar el régimen al dominio pleno. Sin embargo, el proceso es burocrático, costoso y mal entendido en muchas comunidades.

Además, muchas tierras siguen en un limbo legal: no se pueden vender formalmente ni se trabajan productivamente. Esta incertidumbre frena proyectos agrícolas, impide la inversión y debilita el tejido social del ejido.

Soluciones posibles a la fragmentación

1. Asociaciones entre ejidatarios

La unión de parcelas para formar unidades productivas más grandes puede facilitar el acceso a maquinaria, financiamiento y mercados. Existen casos exitosos de cooperativas agrícolas en Oaxaca, Chiapas o Guanajuato.

2. Arrendamiento legal de tierras

Muchos ejidatarios prefieren no trabajar su tierra, pero podrían rentarla legalmente a terceros, con contratos regulados. Esto genera ingresos pasivos y permite aprovechar la tierra sin perder la propiedad.

3. Regularización jurídica

Programas como FANAR (antes PROCEDE) han avanzado en la certificación de derechos. Se requiere fortalecer estos mecanismos para reducir litigios y promover seguridad jurídica.

4. Innovación rural

Modelos como agricultura regenerativa, producción bajo demanda o alianzas con agroindustrias pueden hacer rentables incluso pequeñas parcelas, si se conectan a redes productivas.

Volver productivo el campo sin despojo

Resolver el problema de las tierras ejidales improductivas no significa privatizar ni desplazar comunidades. Significa repensar cómo hacer que la tierra sea una herramienta de desarrollo, no solo un bien heredado sin uso.

El reto es técnico, legal y también cultural. Implica renovar la visión del ejido, fortalecer su gobernanza interna, abrir canales de diálogo intergeneracional y ofrecer herramientas modernas a productores con voluntad de cambio.

La tierra vale más cuando produce

En un país con altos niveles de pobreza rural, no tiene sentido mantener tierras ociosas. Cada hectárea abandonada es una oportunidad perdida para generar alimentos, empleo, ingresos o reforestación. No basta con tener tierra; hay que hacerla valer.

El futuro del campo mexicano pasa por resolver esta fragmentación. Y eso empieza por devolverle a la tierra su función productiva y comunitaria, sin dejar atrás sus raíces ejidales ni sus derechos históricos.

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