Uso de abonos fermentados: alternativa casera y poderosa para suelos cansados
April 25, 2025, Agricultura Noticias

Cuando la tierra ya no responde igual
Muchos productores lo notan: el suelo ya no produce como antes. Aunque se siembre y se riegue, la planta crece débil, el color no es el mismo, y el rendimiento baja. En muchos casos, el suelo está cansado por tanto químico, tanta labranza y tan poco descanso. Pero no todo está perdido. Los abonos fermentados ofrecen una alternativa casera, económica y muy efectiva para devolverle vida a la tierra.
¿Qué son los abonos fermentados?
Son preparados líquidos o sólidos que se hacen con estiércol, restos orgánicos, melaza, agua y microorganismos. Al fermentarse, estos ingredientes liberan nutrientes disponibles para las plantas y activan la vida microbiana del suelo. No son fertilizantes “instantáneos”, pero sí regeneradores profundos. A largo plazo, mejoran estructura, humedad y fertilidad del terreno.
Ventajas frente a fertilizantes químicos
- Son más baratos.
- No contaminan el suelo ni el agua.
- Estimulan la vida del suelo (lombrices, hongos, bacterias buenas).
- Se pueden producir en casa, con materiales del entorno.
- No acidifican ni endurecen la tierra como algunos químicos.
¿Qué ingredientes se pueden usar?
– Estiércol de vaca, borrego, gallina o conejo.
– Restos de vegetales, frutas o cáscaras.
– Melaza o piloncillo (fuente de energía para los microbios).
– Harina de roca, ceniza o tierra fértil (aportan minerales).
– Agua sin cloro.
– En algunos casos: leche, yogur, suero o microorganismos de montaña.
Preparación básica de un abono fermentado líquido (biol)
1. En un tambor o bote con tapa, mezcla:
- 20 kg de estiércol fresco.
- 20 litros de agua sin cloro.
- 1 litro de melaza o 1 kilo de piloncillo.
- 2 puñados de ceniza o harina de roca.
2. Revuelve bien y tapa, dejando una válvula o salida de gases (puede ser una manguera sumergida en agua).
3. Deja fermentar por 15 a 30 días, removiendo cada 3 o 4 días.
4. Cuela antes de aplicar y diluye 1 litro de biol en 10 litros de agua para riego o aspersión.
¿Cada cuándo aplicar?
Depende del cultivo, pero en general:
- 1 vez por semana en etapa de crecimiento.
- Cada 15 días en etapa de floración o madurez.
- Puede aplicarse foliar (sobre las hojas) o directo al suelo.
La constancia es clave. El suelo no se cura en una sola aplicación, pero con disciplina mejora visiblemente en pocas semanas.
¿Se puede combinar con otros abonos?
Sí. Los abonos fermentados se llevan bien con composta, humus, estiércol seco o té de lombriz. También pueden mezclarse con extractos de plantas como ortiga, ajo o albahaca para controlar plagas naturalmente.
Ejemplo real:
En Veracruz, un grupo de campesinos cañeros empezó a usar biol con estiércol de vaca, melaza y microorganismos de montaña. Tras una temporada, notaron que la caña creció más pareja, las hojas estaban más verdes y bajaron los ataques de plagas. Todo sin gastar en agroquímicos.
¿Y si no tengo tambos o equipo?
Se pueden usar botes de pintura, garrafones grandes o hasta cubetas. Lo importante es que estén limpios, con tapa y se mantengan en sombra. También se puede enterrar la mezcla en un hoyo tapado con plástico si no se tiene recipiente.
Precauciones al preparar y aplicar
- No usar estiércol de animal enfermo o podrido.
- No aplicar en exceso ni en horas de sol fuerte.
- Revisar que no huela a podrido (si huele mal, algo falló en la fermentación).
El suelo vivo produce más
Los abonos fermentados no son magia, pero sí una medicina efectiva. Devuelven al suelo lo que la tierra ha perdido con años de explotación. Activan la vida debajo del cultivo, lo que se refleja en el rendimiento de arriba. Además, fortalecen la autosuficiencia del productor y rompen la dependencia de químicos caros.
Volver a lo básico para avanzar
Lo que hacían los abuelos con sabiduría hoy lo recuperamos con técnica. La fermentación es un proceso natural, sencillo y poderoso. En lugar de seguir gastando en costales que solo solucionan “por encima”, el biol y otros abonos fermentados van al fondo del problema: **el suelo necesita vida, no solo nutrientes**.
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